Lo que pudo ser

Nunca pude entender que me querías.

Nunca pude penetrar tus densos ojos,
ni oír el silencioso crepitar de tus lamentos,
ni siquiera el grito de tus impacientes manos,
ni mi torpe rostro, el susurro de tus besos.

Mi mano ardía con el roce de tu cuerpo
y la retiraba asustada del calor,
temiendo quemarme con el inesperado fuego,
perdiendo lentamente, quizá, la razón.

Me duele imaginar el sabor de tus labios,
el tacto de esas zonas reservadas al amor,
la caricia de mi piel bajo tus manos,
mientras, sobre ti, te acelero el corazón.

No supiste hacerme ver que te quería.

Te costó tanto articular unas palabras
que hubiesen despertado tanto en mi interior,
me costó tanto movilizar tantas batallas,
y abrir los ojos y verte, y amarte sin temor.

¿Por qué he despertado con el silencio de tu huida?
Porque es ahora que te has ido cuando te quiero.
¿Por qué, tan sólo ahora, he sabido verte, querido?
Porque es ahora cuando no puedo hacerlo.

¿Ahora?

Es ahora cuando moriría por tu vida,
es ahora cuando resucitaría por tu amor,
porque es ahora cuando sé que te quería,
ahora, que me sobra la razón.

No hay comentarios: